de Maria Alejandra Leal – Desde 1964 a la provincia de Sucumbios, tierra de los Cofanes, llegó Texaco/Chevron, prometiendo desarrollo económico para país, las tierras fueron vendidas y cedidas por el gobierno. Con el tiempo los árboles comenzaron a desaparecer, los peces comenzaron a morir, el agua cambió de sabor y en la selva se iniciaron a encender mecheros, que iluminaban día y noche, transformando todo a su alrededor.

La empresa transnacional operó en el Ecuador desde 1964 hasta 1990. Durante ese periodo al menos de 59.9 mil millones de litros de residuos y 108 millones de litros de petróleo bruto fueron vertidos sobre más de 2 millones de hectáreas de la Amazonía. Perforando y explotando 221 pozos, dejando 1000 piscinas en los alrededores de los pozos, sin tratamiento alguno, que permeaban el suelo y desfogaban a través de cuellos de ganso en pantanos, ríos y riachuelos.
Después de incontables luchas de parte de los afectados, Texaco/ Chevron hizo un trabajo con el objetivo de “mitigar el daño”, sin embargo sólo intervino en 157 fosas, rellenandolas con materia orgánica, lo cual no representó ninguna solución y hoy en día el petróleo continúan brotando de las piscinas e infiltrándose en las fuentes de agua subterránea.
La extracción del petróleo en territorio amazónico impactó fuertemente a las comunidades que la habitaban, perdieron sus terrenos, les causaron enfermedades, muertes, deterioro de la calidad de vida y del medio ambiente. Después de 30 años, la lucha en busca de reparación de daños causados por Texaco/Chevron continúa.
Al iniciar el año de SCU conocía el caso de Texaco/ Chevron, al iniciar, ya desde las primeras semanas tuve la oportunidad de trabajar y aprender sobre las vivencias de los líderes de las provincias de Sucumbios y Napo en “La escuela de Liderazgo socio político ambiental” que se desarrolló en Tena y en Nueva Loja. Realizamos un tour organizado por la UDAPT (Unión de afectados por Texaco) llamado Toxic tour.
Durante el tour nos contaron en detalle el caso y nos llevaron a conocer varios puntos claves, tales como el primer pozo que operó, una de las piscinas abandonadas en medio de la selva, un campo de palmeras de aceite que se encontraba encima de una piscina de desechos intervenida y un mechero en funcionamiento.

Cada palabra y lugar que visitabamos me hacía estremecer de tristeza, e indignación. Luego de adentrarnos en la selva, entre un entramado de raíces y plantas encontramos una de las piscinas de desechos abandonados, la naturaleza es poderosa, y no se estanca ante las condiciones adversas, en este lugar, muchas plantas continuaron a crecer alrededor y encima de los desechos tóxicos. Sin embargo continua a representar una fuente de contaminación, para la flora, fauna, suelo y fuentes hídricas.
Nos repartieron guantes y pudimos tocar los desechos del crudo y nos tomaron una foto alusiva a la “Mano negra de Chevron”, luego le pregunté al guía cómo nos deshaciamos de los guantes y el me respondió “botalo acá”, indicando la piscina, me mostre en desacuerdo a lo cual me respondió “no te gusta? a mi tampoco” desde su punto de vista los guantes al entrar en contacto con el petróleo se disolverián, ya que botarlos en la basura normal representaría una contaminación mayor. Le expresé que aunque la contaminación por los guantes no era comparable a la contaminación del petróleo, estábamos contribuyendo con el deterioro de la zona.
En el recorrido del bus hacia la siguiente parada, contemplaba la belleza de la selva y reflexionaba sobre los complejos sistemas productivos del mundo. Me sentía impotente, me encontraba viajando en un autobús potenciado por diesel, vestida con prendas hechas con materiales sintéticos y dentro de mi maleta tenía productos empacados o realizados igualmente con derivados del petróleo.

Aunque no estuviera de acuerdo con la situación hoy en día es inevitable reducir al 100% el consumo de plástico y derivados del petróleo. Existen innumerables alternativas a los derivados del petróleo, al igual que procesos para realizar el proceso productivo de forma más limpia y menos impactante. Sin embargo es un proceso que muchas veces requiere una mayor inversión, lo cual muchas empresas no están dispuestas a asumir. Lo cual hace que estas alternativas sean escasas y costosas.
Tomando como punto de referencia el caso de Texaco/ Chevron en la Amazonía Ecuatoriana, ante tantas injusticias y daños causados, al final de cuentas los intereses económicos son los que prevalecen y los derechos humanos y de la naturaleza pasan a un segundo plano.
La selva es Vida. ¿Qué queremos?, ¿plata o vida?