de Clelia Beccari – Lago Agrio

Mi primer encuentro con Ecuador estuvo lleno de asombro. Sólo tengo que cerrar los ojos y me veo sentada en el avión mirando por la ventanilla, con el corazón ancho de emoción, admiro los Andes desde arriba y no puedo creer cómo los veo tan nítidos, llenos de curvas y colores.

A los que me preguntan cómo es este país, les respondo enseguida: INCREÍBLE. Es increíble porque si cruzas de Oeste a Este, empiezas por la costa, pasas por los Andes y luego llegas a la Amazonia. Como resultado, en un territorio relativamente pequeño puedes ver tres paisajes profundamente diferentes en clima y conformación, a una distancia que yo definiría como mínima. Precisamente en la Amazonía, también llamada “Oriente“, estoy haciendo mi año de Cuerpo Civil de Paz, en específico, estoy en Nueva Loja, conocida como Lago Agrio, capital del cantón del mismo nombre.

Lago Agrio es una ciudad fronteriza, ubicada a pocos kilómetros de Colombia, y desde hace décadas es considerada destino de flujos migratorios de los países vecinos, los cuales conviven con una población local sumamente diversa, ya que está formada por comunidades indígenas y ecuatorianos provenientes de todos los rincones del país. Este paisaje multicultural incluye a Cáritas Sucumbíos, una instancia social de la Iglesia católica, donde estoy haciendo mi año de voluntariado. El compromiso de Cáritas es promover la justicia y la dignidad humana apoyando a los más vulnerables. En este sentido, Cáritas opera en Lago Agrio, territorio de tránsito o permanencia para colombianos y venezolanos que emigran de países donde hay conflicto armado y una grave crisis económica y social, con la esperanza de encontrar un futuro mejor en otro lugar.

El empeño de Cáritas, por tanto, se manifiesta en la distribución de una ayuda humanitaria que cambia en función las necesidades de la población emigrante. Trabajar de forma tan cercana a quienes emigran por necesidad me está enseñando mucho, más de lo que imaginaba. Cada día descubro nuevos aspectos de la cultura en la que estoy sumergida, aprendo a acoger sin querer necesariamente recibir algo a cambio, y aprendo la importancia de compartir. Me siento gratificada en lo que hago, sabiendo que el pequeño grano de arena que aporto de alguna manera afecta y contribuye al proyecto. Como toda experiencia, tan inmersiva, hay días más intensos que otros Como toda experiencia, tan inmersiva, hay días más grises que otros donde el desánimo parece vencerte, sobre todo cuando los medios disponibles no te permiten intervenir como quisieras; pensar, sin embargo, que aunque sea una sola persona ha sido ayudada y tiene un motivo para volver a sonreír, te llena de felicidad y confianza por lo que estás haciendo.

Lago Agrio, La Selva y los Cuerpos Civiles de Paz se están demostrando ser una inmensa oportunidad de crecimiento personal. Si miro hacia atrás, puedo ver lo lejos que he llegado, pero volviendo al presente, puedo ver cómo el miedo que me atormentaba en Italia ha dejado paso a la valentía y la tenacidad, compañeras que confío me acompañarán en todo el camino que aún me queda por recorrer.